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Reflexiones sobre la vida y el día a día

Gran Hermano 12: la mediocridad tiene premio

Por increíble que pueda parecer a los profanos en la materia (entre los que me encuentro) resulta que ha vuelto el eterno reality/programa basura: Gran Hermano. Un concurso en el que los participantes son grabados constantemente y gana el que mayor simpatía genere en los telespectadores.

Recuerdo, hace años ya, la primera edición de este concurso. Todo el mundo estaba expectante, puesto que se ponía en marcha un estudio sociológico de gran relevancia, según palabras de su eterna presentadora, Mercedes Milá (una periodista a la que tenía en cierta estima hasta que se dedicó a esto) y que tenía sus detractores, que alzaban la voz y criticaban la pérdida de la intimidad y demás. El programa se inspiraba -salvando las distancias- en '1984', de George Orwell, y más recientemente, en 'El show de Truman', y supuestamente era una experiencia en la que íbamos a ver el comportamiento y la evolución de una serie de personas anónimas durante un tiempo en el que eran constantemente grabadas. Muy malos debieron ser los que se encargaron de realizar el 'estudio' cuando ya llevan la friolera de 12 ediciones repitiéndolo sin obtener resultados.

Pero no es para menos: el circo de Gran Marrano (que es un nombre que le queda mucho mejor, sin duda) no es más que un escaparate de niñatos malcriados y chonis de barrio cuyo principal objetivo en la vida no es otro que tener dinero, vivir rodeados de lujo y practicar sexo como conejos. El trabajo duro y honrado, el interés por la cultura o la preocupación por los problemas sociales no entran dentro de sus prioridades. Y resulta desconcertante que todos los que entran a concursar sean tan parecidos. Año tras año, sin embargo, el listón ha ido bajando, hasta niveles alarmantes. Pero seguramente todavía hay margen. No quiero pensar cómo serán los concursantes de las ediciones de dentro de unos años.

Tal como está la situación económica y social en la actualidad, resulta vergonzoso que semejantes especímenes que engloban -tanto en conjunto como individualmente- todos los defectos y formas de ser a evitar sean plasmados en la pequeña pantalla hasta la saciedad. Y que encima obtengan beneficios. Algunos defenderán la idea de que es sólo entretenimiento, pero no nos engañemos. Desde hace mucho lo que cuenta es la cartera y el físico, y en programas como éste no se hace otra cosa que ensalzarlos. Mal ejemplo para los jóvenes de hoy en día.

Es lógico que cada cual sea libre de ver lo que quiera, y también de producir el programa que quiera. Pero no estaría de más buscar un poco de calidad, algo que merezca la pena ver y que pueda transmitir algún valor medianamente interesante. El entretenimiento no debería asociarse con la mediocridad.

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