500 palabras o menos

Reflexiones sobre la vida y el día a día

Todo es perecedero: El lado oscuro del comercio

A raíz de mi reflexión del otro día (ésta) quedó en el tintero una idea que resulta interesante analizar. Hablábamos del consumismo, pero no tocamos un aspecto a tener en cuenta porque potencia en gran medida este hecho: el que los productos que hoy se venden tienen una pronta fecha de caducidad. Cualquier gadget tecnológico, coches, envases, ropa y demás, aunque en la tienda lucen perfectos, tienen los días contados. No somos conscientes de ello hasta que no los empezamos a utilizar, ya en casa, cuando muchas veces ya es demasiado tarde para echarse atrás. Sin embargo, es un hecho que lo que hoy compramos dura mucho menos de lo que duraban productos similares hace un par de décadas.

Por poner algunos ejemplos, un televisor de plasma o LED de los actuales nunca llega a vivir los mismos años que uno de aquellos de 'culo gordo' que teníamos en casa cuando éramos pequeños. Tampoco el coche que compremos hoy llegará a viejo con la misma facilidad que otro de hace quince o veinte años, ni la sartén nueva aguantará el mismo trote que una antigua. Ni la camiseta de marca aguantará un uso frecuente sin dejar a la vista un deterioro evidente en menos tiempo del que esperamos. Todo lo que hoy se fabrica es demasiado perecedero, aunque no lleve una fecha de caducidad impresa en el envase. Porque todo se fabrica buscando la máxima economía, con el objeto de cumplir las expectativas presentes pero que, una vez terminada la garantía, falle más que una escopeta de feria y nos obligue a reparar averías o, peor aún, comprar otro nuevo, puesto que cada vez es más habitual que resulte más económico adquirir otro antes de arreglar el antiguo.

Vertedero de Agbogbloshie, en Accra (Ghana)
Tanto es así que nos vemos obligados a comprar más de lo realmente necesario: más productos para ir renovando los que se van estropeando con el uso. Y ello tiene, entre otras, consecuencias medioambientales nefastas. Aunque por lo general no nos damos cuenta, el problema de la basura que generamos, especialmente la electrónica, es cada vez más grave (aquí una noticia interesante). Sólo se recicla un pequeño porcentaje y, dados los elevados costes que supone a las empresas el proceso, muchas optan por ahorrar costes pagando a países pobres para que ellos se hagan cargo de esta basura, que ya no se reciclará. Esto ha provocado la aparición de una enorme cantidad de vertederos que contaminan enormes extensiones de terreno y en el que malviven miles de personas que rebuscan en la basura intentando encontrar algo de valor que les permita subsistir. Entre ellos, el de Agbogbloshie, en Ghana, que es el que aparece en la imagen.

Nos queda muy lejos, pero nosotros somos los responsables de semejante atropello contra la naturaleza y los países menos favorecidos. Entre otras actuaciones, si conseguimos ajustar nuestro consumo a nuestras necesidades, comprando racionalmente, no sólo ayudaremos al planeta, sino también a nosotros mismos. Porque todos estamos en el mismo barco.

1 comentarios:

¡Cuanta razón tienes! Mi anterior coche tenía 25 años cuando me deshice de él. Hoy en día ningún coche dura tantos años. Todo lo que compramos dura mientras dure la garantía, luego ya se estropean y preferimos comprar un producto nuevo antes que arreglarlo. Como vivimos cómodamente en nuestras casas no nos damos cuenta de las consecuencias nefastas de nuestra ansia de consumismo.
Un besazo!

 

Publicar un comentario