500 palabras o menos

Reflexiones sobre la vida y el día a día

¿Oro amarillo... o negro?


Por si fueran pocos los problemas por los que está pasando el españolito de a pie a causa de la crisis, ahora nos tenemos que enfrentar a uno nuevo que parece indicar que traerá cola. No es otro que el incremento del precio del combustible (aquí más información) que se está produciendo estos días como consecuencia del conflicto que se ha desatado en Libia -como ya sucediera hace bien poco en Egipto o Túnez- entre el pueblo y el Gobierno del país. Aparte de la tragedia humana que está suponiendo -tras los bombardeos de ayer las cifras de muertos superan los 250 (aquí más información)-, muchos otros países van a sufrir consecuencias que pueden llegar a ser, si la situación se agrava, desastrosas.

Y es que el mundo occidental, tan desarrollado y supuestamente avanzado como se nos hace creer a diario, se tambalea ahora y mira con cara de preocupación los movimientos y sucesos que se están produciendo en este país. Porque por mucho que queramos presumir nuestra economía se basa en el combustible, en el petróleo, y en gran medida del que procede de Libia, y cualquier conflicto que haga peligrar el suministro sólo trae efectos negativos.

El primero y más evidente no se ha hecho esperar, y si ya nos quejábamos estas últimas semanas de que la gasolina estaba por las nubes, cada día que pasa va subiendo más y más. Desde el Gobierno se intenta calmar a la población asegurando que disponemos de combustible para bastante tiempo y que se van a tomar medidas al respecto, pero el problema es que los precios no sólo van a seguir subiendo sino que, cuando esta situación se resuelva, probablemente no bajen más que unos pocos céntimos. Porque nunca han bajado tanto como previamente habían subido, y no van a empezar a hacerlo ahora. Así pues, si ya se nota en nuestra cartera cada vez que nos toca repostar, también se acabará percibiendo en todos los artículos que compremos o los servicios que contratemos, porque todo se mueve gracias al petróleo y todo se ve afectado por igual.

Aunque la cosa no quedará aquí: la bolsa se prepara para sufrir caídas, los tipos de interés de las hipotecas pueden verse incrementados y la economía se puede resentir un poco más todavía. No son, desde luego, buenos momentos los que nos tocan vivir.

Parece mentira que en pleno siglo XXI, con la gran cantidad de avances tecnológicos que existen, todavía sea imposible poder movernos sin usar combustibles fósiles. Ya hay posibilidades de fabricar coches eléctricos, e incluso usar combustibles ecológicos, pero sin embargo los años van pasando y seguimos en las mismas, sin que se produzcan avances sustanciales en este sentido, quizá porque a las petroleras les interesa que la situación se mantenga tal cual está mientras se hartan de ganar dinero. De todas formas, continuamos quejándonos de la contaminación, el efecto invernadero o el cambio climático pero no movemos un dedo para cambiar el destino que nos espera. Pero si algo resulta evidente es que la pasividad con la que vivimos esta situación no puede más que acabar por pasarnos factura, y todo parece indicar que ésta llegará, más pronto que tarde.
 

0 comentarios:

Publicar un comentario