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Reflexiones sobre la vida y el día a día

Libertad, ese derecho escurridizo


En estos días en los que vivimos resulta de lo más habitual hablar de lo que se nos antoje, opinar sobre lo que se nos pase por la cabeza, elegir si creer o no creer en un dios e incluso acostarnos con quien queramos. Somos libres para decidir lo que queremos hacer y cómo lo queremos hacer. Sin embargo, me resulta desconcertante que algo tan normal para nosotros en otros lugares pueda significar una condena. Y esto que comento viene a colación de una noticia reciente: la elección como Premio Nobel de la Paz de un ciudadano chino, Liu Xiaobo, que no tendría mayor repercusión que el resto de los premiados si no fuera porque actualmente está cumpliendo condena en una prisión de su país por ser un disidente político (aquí la noticia).

Un hombre que no ha cometido mayor delito que oponerse al régimen y pedir que se cumplan ciertos derechos recogidos en la propia constitución china ha sido condenado a más de 10 años de prisión. En nuestro país, sin ir más lejos, una actitud como la suya no le acarrearía mayor problema que el disgusto de unos pocos, y mucho me temo que ni siquiera se llegaría a eso. Aquí cualquiera puede opinar abiertamente sobre cuestiones políticas, con más o menos fundamento y con más o menos acierto sin que ello conlleve consecuencias de este tipo.

Sin embargo, la noticia no ha hecho más que empeorar las cosas: se han realizado detenciones de otros disidentes e incluso la esposa de Xiaobo está bajo arresto domiciliario. Por si fuera poco, sólo unos cuantos en todo el país están al corriente de los hechos, al estar censurada la noticia (aquí más información).

Todos los sistemas políticos tienen sus puntos débiles y sus fallos, y de ello no se salva ninguno. Sin embargo, si un sistema concreto tiene que valerse de la represión, la censura y la encarcelación de aquellos que no están a su favor para poder mantenerse y asegurar su continuidad, queda bastante claro que no lo está haciendo nada bien. Porque de lo contrario no le serían necesarias tales actuaciones, el pueblo estaría de su parte y seguiría adelante sin mayores complicaciones.

Cuestiones de este tipo dejan en evidencia que, lamentablemente, el siglo XXI no ha llegado a todas partes por igual.

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