Año que termina, año que empieza

Estamos ya a 31 de diciembre, último día del año 2010, y como suele suceder cada vez que llega este momento son muchos los que hacen balance del año que termina. A lo largo de esta semana hemos podido hacer recuento de las cosas buenas y las malas, de las noticias más relevantes y de los hechos más destacados que se han ido sucediendo a lo largo de estos últimos doce meses. Sin embargo, resulta muy significativo comprobar que, en cuestión de sucesos negativos hay bastante de lo que hablar, mientras que de positivos, menos numerosos, hay un tema que destaca casi en exclusiva sobre el resto: el Mundial que ganó la Selección Española de fútbol este verano pasado.

Aunque me alegro de aquel éxito como cualquier español, me da un poco de pena pensar que es necesario recurrir a un logro deportivo para describir lo bueno de este 2010 en España, pero por otra parte resulta más que comprensible. La crisis ha hecho mella en la clase trabajadora un año más, las ayudas del Gobierno están llegando a su fin, los precios siguen en alza y no parece que el final de esta situación esté cerca. Muchos son los que miran al 2011 con la esperanza de que por fin podamos ver la luz al final del túnel, pero -quizá hoy me siento un tanto pesimista- no veo claro que vaya a ser así, al menos a corto plazo. Todavía falta bastante para poder volver a ser optimistas.

A pesar de todo esta noche nos felicitaremos el Año Nuevo que entra, nos tomaremos las tradicionales uvas ‘de la suerte’, brindaremos y nos desearemos lo mejor para los próximos meses. Desde aquí no quisiera ser menos, y por ello aprovecho estas líneas para desear un Feliz Año 2011 a todos; esperemos que venga cargado de buenos regalos, de alegrías y de mejoras de todo tipo.