A raíz de mi reflexión del otro día (ésta) quedó en el tintero una idea que resulta interesante analizar. Hablábamos del consumismo, pero no tocamos un aspecto a tener en cuenta porque potencia en gran medida este hecho: el que los productos que hoy se venden tienen una pronta fecha de caducidad. Cualquier gadget tecnológico, coches, envases, ropa y demás, aunque en la tienda lucen perfectos, tienen los días contados. No somos conscientes de ello hasta que no los empezamos a utilizar, ya en casa, cuando muchas veces ya es demasiado tarde para echarse atrás. Sin embargo, es un hecho que lo que hoy compramos dura mucho menos de lo que duraban productos similares hace un par de décadas.
Por poner algunos ejemplos, un televisor de plasma o LED de los actuales nunca llega a vivir los mismos años que uno de aquellos de 'culo gordo' que teníamos en casa cuando éramos pequeños. Tampoco el coche que compremos hoy llegará a viejo con la misma facilidad que otro de hace quince o veinte años, ni la sartén nueva aguantará el mismo trote que una antigua. Ni la camiseta de marca aguantará un uso frecuente sin dejar a la vista un deterioro evidente en menos tiempo del que esperamos. Todo lo que hoy se fabrica es demasiado perecedero, aunque no lleve una fecha de caducidad impresa en el envase. Porque todo se fabrica buscando la máxima economía, con el objeto de cumplir las expectativas presentes pero que, una vez terminada la garantía, falle más que una escopeta de feria y nos obligue a reparar averías o, peor aún, comprar otro nuevo, puesto que cada vez es más habitual que resulte más económico adquirir otro antes de arreglar el antiguo.
Vertedero de Agbogbloshie, en Accra (Ghana) |
Nos queda muy lejos, pero nosotros somos los responsables de semejante atropello contra la naturaleza y los países menos favorecidos. Entre otras actuaciones, si conseguimos ajustar nuestro consumo a nuestras necesidades, comprando racionalmente, no sólo ayudaremos al planeta, sino también a nosotros mismos. Porque todos estamos en el mismo barco.
1 comentarios:
¡Cuanta razón tienes! Mi anterior coche tenía 25 años cuando me deshice de él. Hoy en día ningún coche dura tantos años. Todo lo que compramos dura mientras dure la garantía, luego ya se estropean y preferimos comprar un producto nuevo antes que arreglarlo. Como vivimos cómodamente en nuestras casas no nos damos cuenta de las consecuencias nefastas de nuestra ansia de consumismo.
Un besazo!
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